La Beca Artística Internacional de Primavera, convocada por el Ayuntamiento de L'Escala, tuvo como ganadoras a Maria Alzamora y Azucena Momo. Maresia toma como punto de partida el olor de un paisaje, evocando a través del videoarte y la danza una atmósfera cargada de lo que no se ve a través de la pantalla: los olores, la temperatura y la humedad de aire... todo lo que reciben los sentidos y que únicamente puede aludir a la vista cuando se traca de una imagen.
En su 23ª edición, las Becas Primavera, convocadas por el Ayuntamiento de L'Escala, se plantearon, debido a la Covid-19, como una edición “especial otoño”. Concurrieron 25 proyectos y el jurado escogió como ganadora la instalación Maresia , presentada por Azucena Momo y Maria Alzamora.
La palabra portuguesa maresia , que da título al proyecto, se utiliza en las islas Azores y en Canarias con un significado concreto: “Aire cargado de humedad marina en las zonas cercanas a la orilla del mar” o bien “Olor de mar que se percibe en tierra hasta cierta distancia de la orilla del mar”.
Las autoras del proyecto, en la declaración de intenciones de la memoria presentada, explicitaban el interés por “evocar a través del videoarte y la danza una atmósfera cargada de lo que no se ve a través de la pantalla: los olores, la temperatura y la humedad del aire... todo lo que reciben los sentidos.”
Tradición literaria y popular
Fiel a su intención inicial, el equipo Momo-Alzamora ha investigado la relación de la tradición literaria vinculada a las historias de pescadores, a leyendas de l'Escala ya todo lo relacionado con el mar Mediterráneo con el paisaje de este lugar.
El resultado es que por un lado se han contagiado de la energía contenida en las leyendas y ésta ha impregnado el movimiento de la danza y, por otro, han procurado destilar el lirismo de los poemas de autores como Caterina Albert y los han sometido a un ejercicio de contraste con los poemas de Azucena Momo escritos para la ocasión y con las voces de la gente de a pie o de canciones populares.
Después de los meses de estancia en la casa forestal y de la búsqueda de espacios definidores de la esencia de este paisaje, el trabajo resultante es un montaje audiovisual de doce minutos de duración que se proyecta en un tríptico de pantallas.
Captar la naturaleza ecléctica
Desde el primer instante se parte de un planteamiento que huye de la linealidad narrativa y apuesta claramente por la fragmentariedad. Maresia es un ejercicio en el que las secuencias de vídeo, las imágenes fotográficas, los ruidos de la naturaleza y los textos orales se han ordenado intuitivamente, en busca de un todo que ha ido tomando forma a medida que se han ido consiguiendo asociaciones con ecos polisémicos.
Los espacios explorados en el núcleo urbano de L'Escala, en Sant Martí d'Empúries, en el palco del pescado y en las afueras del pueblo, simplemente se insinúan y se rehuye todo lo que sea explícito. Hay un ritmo dominante que lo invade todo, es un ritmo que de algún modo parece imitar el movimiento ondulatorio del mar, un mar omnipresente, cercano y lejano a la vez, un mar que existe a pesar de que a veces no se ve pero que se aroma, cuya imagen no aparecerá hasta el final.
Está claro que se ha querido captar la naturaleza ecléctica del pueblo, tanto en los espacios como en la lengua o en los modelos culturales. El trabajo de las leyendas locales ha dotado a los movimientos de fuerza ya veces de cierta violencia. La elección de los encuadres tiende a priorizar la asimetría, los planos descabezados, las luces y las sombras contrastadas. La distribución de los silencios y fragmentos sonoros genera una tensión narrativa muy eficiente.
Experimentar el paisaje
El espectador debe encararse a un ejercicio de lectura para el que debe abrirse mentalmente y debe renunciar a la limitación que supone la linealidad. Las fases de silencio conviven con otras en las que se proyectan imágenes en una, dos o tres pantallas simultáneamente, y no le queda más remedio que dejarse llevar por el ritmo pausado y constante que comparten el paisaje evocado y la figura de 'Azucena Momo, que se mueve a menudo dibujando círculos que cambian de sentido y que se adentra en los espacios que explora.
Maria Alzamora pone en marcha un juego de blancos y negros que alcanza momentos de gran lirismo y carga el discurso de ecos intemporales. La valentía de algunos encuadres rompe tópicos y lo tiñe todo de una estética que corresponde a una voluntad decidida de generar un material que se incluye de lleno en el lenguaje poético pero que soslaya la estructura del discurso lineal convencional.
Huir de la linealidad
Lo que se desprende del trabajo ganador de esta beca 2021 es que la experiencia de haber vivido la Escala en busca de la esencia del pueblo y haberlo hecho en una época concreta, condicionada todavía por los efectos de la vida -19, ha llevado a las autoras a huir de la esclavitud que supone el lenguaje convencional ya apostar, en cambio, por una propuesta en la que se persigue decir sin contar, con el objetivo de conseguir un discurso que plantee dudas relativas tanto a qué se entiende, como cómo leerlo.