Miró en Zabalaga, que se podrá visitar del 21 de mayo al 1 de noviembre de 2022, es una muestra concebida como un homenaje al artista catalán que pone de manifiesto las conexiones entre los dos artistas y celebra la amistad de artista catalán con Eduardo Chillida.
La muestra, que arranca al aire libre en la campa del museo con las esculturas de gran formato Oiseau solaire (Pájaro solar) y Femme (Mujer), se despliega principalmente en el primer piso del caserío Zabalaga con una selección de obras datadas entre 1946 y 1981. Entre las obras seleccionadas destaca también un tapiz realizado entre 1989 y 1991 por Josep Royo a partir de una litografía del artista catalán.
"Estar aquí con Miró es fantástico por la oportunidad que supone celebrar la visita a casa de Chillida, con la impaciencia que produce recibir a alguien muy esperado", señala Estela Solana, responsable de exposiciones de Chillida Leku. "Las piezas que componen Miró en Zabalaga transmiten una idea sencilla pero también física, es la conjunción de una gran obra de Chillida con la obra de Miró".
Las esculturas, los dibujos y los grabados que componen la muestra recorren las temáticas habituales del artista y con ellas el color entra por primera vez de forma intensa en la masía, construcción reformada por el escultor para albergar su obra. Las obras se relacionan entre sí y se agrupan por salas con la idea de formar una composición. “Reunir el corpus de Miró en el museo con obras de Eduardo Chillida genera un contexto excepcional para dar lugar a un diálogo enriquecedor entre ambos artistas, una oportunidad para acercarnos desde diferentes puntos de vista”, recalca Mireia Massagué, directora de Chillida Leku, que subraya que las "obras se relacionan entre sí pero no se tocan, no comparten el mismo pedestal sino que se presentan individualmente".
Esta propuesta monográfica transcurrirá de forma paralela e independiente a la exposición permanente de Chillida, pero pondrá de manifiesto los múltiples puntos de conexión y convergencias entre ambos artistas. “Miró tiene un poder especial para hacer que sus curvas tiendan a ser convexas. Y como yo soy más bien cóncavo…”, afirmaba Eduardo Chillida en 1984 respecto a ese diálogo.
Los personajes imaginarios de Miró, producto de una mente libre e inagotable, pueblan el primer piso de la masía Zabalaga y encuentran su acomodo de modo que cada sala podría ser, en cierto sentido, disfrutada como una obra en su conjunto. En cada espacio existen una serie de objetos que crean diferentes atmósferas como el campo o el jardín, en diálogo directo también con la parte exterior del museo.