La Fundación Arranz Bravo inaugura el 12 de mayo la exposición Eladio Aguilera. Para hacer poemas, no se bebe agua, comisariada por Albert Mercadé y que se podrá visitar hasta el 15 de septiembre de 2022.
Para hacer poemas, no se bebe agua es un proyecto que reflexiona sobre uno de los espacios por excelencia del arte: bares, cafés, tabernas, bistrots. De Viena a Montmartre, del Raval a Montjuic, en nuestro imaginario colectivo la historia de estos enclaves está ligada a la efervescencia artística y cultural de una ciudad. Los bares son lugares de reunión y parlamento, donde se genera discurso desde el intercambio dialéctico y emocional entre conocidos y recién llegados. Allí la comunicación fluye gracias a la intervención callada de un invitado líquido: el alcohol. Así lo cantaba la famosa vocalista francesa Barbara: Pour faire des poemes, donde boit pas del eau ('Para hacer poemas, no necesitamos el agua')-, en su canción L'Absinthe (1972) que dedica a los poetas Arthur Rimbaud y Paul Verlaine y su relación con el hada verde. En nuestro relato cultural, el alcohol está relacionado con los artistas casi más que con el arte, como lo está con la vida.
La exposición pretende ser un catálogo de imágenes y objetos sobre la infraestructura etílica de un bar. Vasos, sillas, mesas, tiradores, botellas contienen especial poder contenedor de deseo: la promesa de felicidad canalizada a través de un objeto y la experiencia liberadora que le otorgamos. Conviviendo entre objetos, gentes diversas se conocen y generan conocimiento. En ese sentido, el bar es un espacio de gimnasio emocional y cultural sacralizado.
La instalación incorpora una serie de pinturas que hacen el guiño a episodios artísticos en los que se entrecruzan alcohol, producción artística y la experiencia personal del artista. Los relatos personales de los artistas son destilados en forma de imagen, desvelando la presencia de creadores como Joseph Beuys, Martin Kippenberger o Margherite Duras. Así, mientras el artista alemán aparece en el exterior, medio desnudo y vital, la escritora francesa se presenta recogida en la soledad de la cocina cuyas flores remiten a su tumba de Montparnasse. La serie nace de una estancia de Eladio Aguilera en París, de finales de 2020, en la que el artista, privado de las relaciones sociales como consecuencia de la pandemia, se interesó por las biografías de diferentes creadores franceses traspasados y enterrados en los cementerios de la capital.