James Colomina, clandestinidad y antiesclavismo

Las esculturas de James Colomina se instalan en la calle de forma teatral para interactuar con el público. A menudo se sitúan en lugares emblemáticos y crean un contraste entre el sitio, la obra y el mensaje que transmiten. Hipersensible por naturaleza frente a lo que considera una noticia cruel, James ha ido sintiendo la necesidad de crear obras que lleven sentido, y expresar a través de ellas la ironía de la condición humana. Deplora la inexorable soledad de su especie, su facilidad de manipulación, su inclinación a la autodestrucción y la intolerancia, y le gusta pensar que sus esculturas son inquietantes. Impactar de forma poética constituye, pues, un medio de cuestionamiento, de provocar reacciones... Con estas palabras el artista francés James Colomina se presenta en su portal web. Un autor que acaba de colocar recientemente y "sin permiso" del Ayuntamiento de Barcelona una escultura contra el esclavismo en el mismo espacio donde antes se encontraba la estatua de Antonio López, y que fue retirada en mayo de 2018 Colomina ha explicado que se trata de una acción reivindicativa con motivo del aniversario de la abolición de la esclavitud en España el pasado 30 de enero.

La escultura se titula 'Humanidad' y presenta dos figuras de color rojo que se abrazan, y que representan un oso de peluche y el niño que hay en el interior de cada adulto. Según Colomina: "Es como un símbolo de la relación positiva entre la diferencia en la que el color de la piel, el género, la raza y la religión serían percibidos como una riqueza", ha añadido. De hecho, el pasado esclavista de Antonio López es el hecho de que motivó la retirada de su estatua y también el cambio de nombre de la plaza, que todavía lleva el nombre y que ya fue aprobada. Fondos municipales confirmaron que el artista no tenía permiso municipal para instalar la escultura, aunque añadieron que, de momento, la dejarán donde está "como otras muestras de arte efímero que se hacen en la ciudad".

L'obra "clandestina"