Bajo el comisariado de M. Lluïsa Faxedas, la exposición Lagar/Begué, que se puede visitar en el Museo de Arte de Girona hasta el 6 de marzo de 2021, es el primer intento de revisión de la vida y obra del pintor salmantino Celso Lagar Arroyo (Ciudad Rodrigo, 1891 – Sevilla, 1966) en un momento clave de su trayectoria, que abarca los años que pasó en Cataluña: entre 1915 y 1918. En estos años, hay documentadas cuatro exposiciones en las Galerías Dalmau y las Galerías Layetanas de Barcelona, una exposición en la Sala Athenea de Girona, una presencia activa en algunas muestras colectivas y su participación en los movimientos artísticos que se estaban desarrollando en nuestro país, situándose en órbita vanguardista con la creación de un ismo propio, el planismo. Hijo de un carpintero dedicado a los encargos religiosos, Lagar empezó su carrera como escultor en el taller que su padre tenía en Ciudad Rodrigo.
Se relacionó con Modigliani, que lo retrató en dos ocasiones, Derain y Metzinger, y desarrolló gran parte de su trabajo en Francia, donde se estableció definitivamente en 1919. Paisajes, naturalezas muertas y escenas de circo influidas por las de Picasso, durante los años veinte Lagar recuperó un lenguaje figurativo clasicista. El planismo de Lagar es el primero de los muchos estilos artísticos surgidos en la vanguardia española de principios del siglo XX. La obra Port de Bilbao constituye uno de los ejemplos más significativos de este movimiento de vida efímera que sólo duró de 1915 a 1920 y que combinaba elementos procedentes del fauvismo, del futurismo y del cubismo. El espacio de los cuadros planistas de Lagar está organizado en grandes planos de colores puros y, pese a su bidimensionalidad, el pintor resalta los volúmenes geométricos de los objetos.
Celso Lagar fue un artista desterrado pese a su importancia cultural en el panorama artístico tanto catalán como español, pero aún fue más ignorada su compañera, la escultora francesa Hortense Begué (1890-1957), con quien expuso conjuntamente en varias ocasiones y con quien compartió la estancia en Cataluña y en Girona. Esta muestra se encarga de darle visibilidad y muestra, por vez primera, una retrospectiva de su trabajo y, en paralelo, le dedica un estudio académico en el catálogo de la exposición. Su obra de los años veinte y treinta, muy centrada en el mundo del circo y los feriantes, por un lado, y en los paisajes, por otro, es la más conocida a escala internacional.
En una entrevista preguntaron a Lagar por qué había pintado a una mujer con dos cabezas. El artista contestó que no era un fenómeno especial. El periodista insistió: ¿se le ven dos cabezas porque tiene un espejo detrás? Lagar volvió a decir que no, que no había ningún espejo detrás, sino que él sólo pintó una cabeza, pero como las cabezas se mueven... da al cuadro una sensación de movimiento. Esta anécdota es sólo un ejemplo de la genialidad de Celso Lagar, un artista que gracias al Museo de Arte de Girona empieza a situarse donde se merece.