Segunda fase del proyecto-ensayo «Re-enactment» en la Casa de Cultura de Girona

En la segunda fase del proyecto-ensayo «Re-enactment», que se presenta en la Casa de Cultura de Girona desde el 27 de diciembre hasta el 15 de enero de 2022, se puede visitar la intervención de Josep Masdevall "La riada de 1976 " y las grabaciones de las acciones de Pep Aymerich – Lluïsa Paredes "Entre el todo y el res II", Jordi Mitjà "La habitación de los invitados", Lluís Alabern "Un hombre ciego es una casa vacía" y Borja Zabala "Que me miran, que me vean, apenas tiene importancia" producidos por la Casa de Cultura y comisariados por Marta Pol Rigau.

A lo largo de la trayectoria de Josep Masdevall se pueden apreciar unas constantes en su trabajo, por un lado, desde la práctica escultórica, la experimentación con materiales imprescindibles y depurados al máximo y, por otro, el uso de procedimientos ínfimos, la acción, para establecer una convivencia entre la presencia y el contexto cotidiano.

Dentro de la lógica intrínseca de su concepción de la escultura del espacio, éste se convierte en un lugar para desarrollar la obra y, a tal fin, emplea una metodología mínima pero sistematizada que le permite encontrar un equilibrio entre la estructura formal y los condicionantes espaciotemporales. Pero como el objetivo de su trabajo reside en presentar una forma para generar una experiencia, un juego, una complicidad con la otra.

Si en "La riada de 1976" de los años noventa reproducía el plano de la Casa de Cultura a partir de riachuelos, los cuales por el tráfico de los usuarios se iban descolocando, produciendo acumulaciones similares a los desbordamientos efectuados por el exceso de agua fluvial. En el actual re.enactment de "La riada del 76" genera una estructura arquitectónica abstracta de la casa para configurar, con las líneas de piedras dispuestas como cruces entre las cuadrículas del parquet del suelo en un espacio, literalmente hablando, de transformación constante por el efecto del paso de las personas. En paralelo, dispone las piedras en el suelo y hace colgar hilos grises del techo que dibujan líneas verticales imperceptibles en el aire y sostienen otras piedras. En conjunto se trata de un ejercicio espacial ligero y, al mismo tiempo, complejo, en las piedras encuentra cuerpos y en los hilos la mínima apariencia.

Tal y como dice el artista “¿Queda de esas piedras que dibujaron el edificio? Seguramente, poco. Se las llevó la corriente, se deshicieron las líneas precisas de las paredes y ahora, vete a saber dónde están. Todo ocurre; y todo queda. Durante unos días congelaremos el recuerdo, fijaremos la forma. Después, todo seguirá fluyendo.”