Vicenç Vacca es un artista que pertenece a El meridiano de Granollers, título con el que Alexandre Cirici saludó con un artículo en Serra d'Or la llegada de aire fresco a la Muestra de Arte Joven de Granollers de 1971. Granollers es la ciudad donde Vacca nació en 1954 y que ha dado algunos de los artistas más interesantes de las últimas generaciones, como Jordi Benito y Vicenç Viaplana. Es una ciudad que vivió el I Festival de Música Progresiva en 1971, un evento expulsado en la periferia de la Barcelona franquista con Pau Riba y su Dioptria a la cabeza, con personajes poco comunes como Joan Illa Morell, conocido como JIM, animador de la juventud de entonces y que vivió uno de los happenings más estrafalarios de Salvador Dalí, con Arranz-Bravo y Bartolozzi de comparsas.
Vacca presenta en Tecla Sala una antológica de 15 de sus instalaciones sonoras, desde 1986 hasta la actualidad. Un artista que se vincula a una familia de músicos de jazz y arraigada en el mundo sonoro. Pero Vacca no es un artista musical, sino que emplea el sonido como material escultórico que necesita el espacio para respirar y como espolón para provocar al espectador y/o oyente. Una de las obras nos habla directamente de este autorretrato injertado de la familia: How high the moon (1995), en homenaje al padre, atleta y músico de jazz. La obra muestra una medalla invertida ganada por el padre que aparece como una luna en un paisaje desierto.
La obra de Vacca es una obra híbrida y heterodoxa, que acapara la atención en un núcleo de carácter objetual que le permite formular una propuesta crítica o bien un espacio de percepción sensible, que invita a la participación del espectador. obra Retard (2021), que graba las palabras que se le dice y las devuelve como sonido y como recordatorio. La emisión de sonidos contra los objetos que elige es otro de los rasgos característicos de este autor.
El objeto tiene un punto de dadaísta: una cabeza, unos zapatos, cables o elementos vinculados a las tecnologías del sonido o simples reproducciones de imágenes como la pintura de Turner a Zero copia (2014). La instalación que abre esta antológica es Literatura universal (1986), un vídeo que graba la prensada industrial de un coche lleno de libros y su resultado, una obra de mediados de los años ochenta, en plena eclosión de la rebelión posfranquista que apuntaba a la generación emergente de ese momento.
La destrucción del pasado tiene aquí eco de nouveau réalisme, de acumulación y destrucción de los objetos de consumo. Las instalaciones sonoras expuestas destilan interés por los sistemas de reproducción, la comunicación, la interactividad, la seriación, la mixtura de medios, la aleatoriedad y el uso de signos y palabras. Diríamos que es una obra que busca hacer de la obra un evento del presente. No es sólo un ejercicio de sonido, sino la búsqueda de un tiempo presente, una obra que siente reproducción en fuga, porque quiere hacer de la reproducción un original, porque se mueve adelante y atrás, porque hace un forward pulsando un backward. La obra tiene un punto de bucle, de retorno y reactualización constante y se cierra con la creación de una app interactiva de arte sonoro para móviles en Grand Hall Lament (2013).
No hay etiquetas para definir la obra sonora mutante de Vicenç Vacca, que encuentra en el título de esta exposición la mejor pista, como siempre, con una negación: Fuera de ningún sitio.