La muestra El underground y la contracultura en la Cataluña de los 70, encargo de la Dirección General de Difusión de la Generalidad de Cataluña y que se podrá visitar en el Palau Robert hasta el 6 de marzo de 2022, está comisariada por Pepe Ribas con la col colaboración de Canti Casanovas y presenta más de 700 piezas a través de las cuales propone una mirada exhaustiva, inédita hasta ahora, a los protagonistas ya los movimientos sociales y culturales de una época trascendental.
Dividida en diferentes espacios temáticos, documenta la irrupción de las comunes, el feminismo, la psicodelia, la ecología, la espiritualidad, las músicas y las artes de vanguardia, los cómics o los fanzines, entre otras muchas referencias.
Esta exposición es un ejercicio de memoria de unos hechos trascendentes pero poco estudiados y es también un testimonio de las personas que participaron que quizá ayude a entender parte de nuestro presente.
La exposición la ha ideado y comisariado Pepe Ribas, cofundador de la revista Ajoblanco y autor, entre otros, de Los 70 a Destajo, con la colaboración de Canti Casanovas, impulsor del digital la web sin nombre y gran conocedor de la contracultura en nuestra casa, ambos actores y testigos directos de la eclosión del underground catalán
En palabras del propio Ribas, “fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico de poder, hicieron posibles unas grietas por las que se coló parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera del país.
El experimento de la libertad favoreció encuentros físicos, asociaciones, viajes y espacios compartidos que hoy pueden parecer inverosímiles. Se renovó la música popular a través del folk, de la música progresiva y también de la música layetana; nacieron compañías de teatro que revolucionaron la escena incorporando el mimo, la máscara, lo grotesco, la expresión corporal y el ingenio. Por muchas veces que dificultaran el camino, el arte se unió a la vida. Esa desvergüenza y esa ruptura vital multiplicó la sed poética y la necesidad de conversar hasta compartir las experiencias entre nosotros. Nació el comix underground como metralla contra el cerebro oprimido. Se abrieron espacios de libertad donde encontrarse, hablar y escuchar música.
Fueron muchos quienes huyeron de las familias autoritarias para compartir viviendas y montar comunes. La Rambla barcelonesa se transformó en un foro público en el que la gente se encontraba gratuitamente sin necesidad de teléfonos. Aparecieron revistas contraculturales sin subvenciones ni inserciones publicitarias, así como multitud de fanzines y cuadernos de poesía.
No sólo se luchó por normalizar la sexualidad, el feminismo y la lucha homosexual a favor de la igualdad de derechos, también se elaboraron alternativas de medicina natural y se desarrollaron luchas ecologistas y estudios sobre las energías renovables y de la agricultura ecológica . En psiquiatría se luchó por acabar con los electrochoques y los manicomios. Nació la objeción de conciencia y la lucha por la amnistía, también de los presos comunes.
La puesta en práctica de otras formas de vida hizo posibles muchas de las mentalidades y libertades civiles de las que hoy disfrutamos en nuestra cotidianidad sin darnos cuenta de que tienen un origen y que nada es como antes del 68.”