La porcelana hace tiempo que se convierte en un material que la creación y los creadores contemporáneos emplean con interés y resultados sorprendentes. El barcelonés Santi Moix, que recientemente vuelve a tener estudio en Barcelona y le hace cohabitar con el de Nueva York, empezó a investigar en esta técnica hace años. Su intervención floral escultórica en la iglesia de Saurí se convirtió en clave para introducirse en un mundo, el cerámico, que desde Picasso y hasta Barceló ha proporcionado objetos increíbles y que "consiguen llevarte de nuevo a un estado de libertad total, con la pintura me cuesta más" reconoce el propio artista. El proceso para conseguir estas obras comporta un biscuit, una doble cocción, primero a 1020 °C y en una segunda etapa a 1280 °C, de ahí el título de la exposición. Moix había empezado a andar con algunas obras escultóricas en esta técnica en la galería Cyprus Art en Sant Feliu de Boada; y es que tener cerca la Bisbal d'Empordà -y el Terracotta Museu- y al ceramista Joan Raventós han ayudado a hacer el resto. La relación entre este último y Santi Moix es crucial, podríamos compararla con la de Joan Miró y Josep Llorens Artigas.
El libro "El burro de oro" de Apuleyo y sus múltiples situaciones y personajes han sido, en parte, la inspiración de la monumental instalación. El gran mural de porcelana de casi siete metros es estilísticamente un estallido cromático multicolor de reminiscencias pop bañadas por psicodelia; ¿quién no huele herencias de Philip Guston, Damià Escuder o Roy Lichtenstein -y la escultura "La cara" junto al puerto de Barcelona? Completan la muestra otras piezas escultóricas de porcelana de formatos más pequeños pero no menos intensos. También encontramos una pequeña serie de lienzos característico del autor con una energía y potencia visual desbordantes.
El proceso de realización de estas obras es el protagonista del catálogo editado por la galería para la exposición, escrito por Enmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona y que nos conduce a través de la concepción del mural de grandes dimensiones. Las temáticas que conforman este lenguaje podrían dividirse en formas biomórficas que tienden a la abstracción o la geometría, formas orgánicas que provienen de la fauna y la flora y otras de origen caligráfico.
Esta exposición, que podrá verse hasta el 22 de enero en la galería Marlborough de Barcelona, pone más luz a una temporada barcelonesa llena de buenas propuestas y de energías renovadas.